9 de agosto de 2014

Recuerdos incendiados.

   Las fotografías caen en una lluvia de recuerdos inconexos, cortan, y queman antes de llegar al suelo con una pirueta y pasar a transformarse en cenizas, sangre de la memoria que se escurre entre sus manos temblorosas. Cae una lágrima por cada una de las imágenes borradas, y se le escapa un suspiro por cada una de ellas que no llegó a existir jamás.
Las llamas rojizas parecen hacer efecto en su interior a un mismo tiempo, viendo cómo arden las fotografías y las notas, algo dentro de él se incendia y se rompe en mil pedazos, algo que se había quedado incrustado en su memoria y que le ataba al pasado. Pero el fuego comienza a permitir que esas cadenas se rompan.
Él recuerda los tiempos en los que sabía sonreír y echaba azúcar al café, ahora queda una alfombra exótica manchada de ceniza en la que pronto prende una chispa que se extiende lentamente como una plaga ardiente, hasta que todo lo rodean las llamas, y entonces sale de la habitación cerrando con llave y dejando el fuego consumiendo lo que queda de un ayer ya borroso pero imposible de olvidar.