29 de septiembre de 2013

Otoño.








Llega el otoño. Pero en silencio, sin avisar y además, tarde, para variar.

Llega y lo único que hace es empañar el cielo y algún cristal, teñir parques y aceras de naranjas y amarillos y revolver melenas con ráfagas de viento.
Llega sin presentaciones, ni saludos, sin despedirse del verano.
Llega como un viejo amigo.
Y aunque llega con retraso, le das la bienvenida, al fin y al cabo, ¿quién no llega tarde alguna vez?
Por eso el otoño es un poco más humano, porque tiene días grises pero también la alegría necesaria para regalar a los niños pequeños hojas con las que jugar.
Y es que el otoño es un poco como nosotros mismos, porque no sabe a dónde va, ni de dónde viene, porque busca contar una historia distinta mientras escribe siempre la misma. 

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