18 de septiembre de 2013

Piezas.


   Ruido, coches, contaminación, rascacielos, tráfico, días nublados, promesas rotas, sueños desperdiciados, ciudades inmensas, odio, guerras, desolación, miedo, sonrisas falsas, mentiras, gente que camina sin levantar la cabeza, personas que no hacen más que pensar en sí mismas. Ellos son egoístas, codiciosos, rencorosos, son malos perdedores, hipócritas, ajenos, envidiosos, traidores, son toda esa gente que como un puzle forma este mundo; pero de vez en cuando, casi por casualidad, encuentras una pieza que sobresale, al principio no te fijas mucho en ella, pues es pequeña, pero también única. Al contrario que el resto es de colores vivos y alegres, es especial, distinta y por eso la coges. No tardas en darte cuenta de que esa pieza ha pasado a formar parte de tu vida, de ti mismo, se vuelve imprescindible, y si miras a través de ella el mundo ya no es tan horrible como antes... hasta parece hermoso.

Algunas personas dicen que hay una de esas piezas por cada persona y que para ser feliz tienes que encontrar la tuya. Las piezas, a veces, son lugares, otras libros, películas, canciones, personas... 

Hace mucho que encontré la mía perdida en un charco de lluvia, destrozada, sucia, rota, pero la arreglé, la saqué brillo y ahora la llevo siempre conmigo, me ayuda a sonreír. 
¿Sabes cuál es la verdad? Que esas piezas de un puzle perdido sin acabar se llaman esperanza


¿Encontraste la tuya o todavía sigues perdido?

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