19 de noviembre de 2013

Las historias se quedan en los libros.

Pasaba las hojas del libro sin prestar atención, hacía rato que se había perdido en la historia: le aburría. Afuera se escuchaba el ruido de los coches, conversaciones lejanas, dentro reinaba el silencio. Cerró el libro y se tumbó en el sofá, cerrando los ojos por un momento. Tenía una hoja escrita sobre la mesa, era una lista de propósitos que había hecho a principios de año, sólo había tachado uno: acabar el libro.
Ese maldito libro que reposaba sobre sus rodillas y que había empezado hacía mucho.
Lo odiaba.
Y eso que en el fondo le gustaba la historia, pero era culpa de la protagonista:
Era feliz.
Y no soportaba su horrible optimismo, ni que todo le saliera bien en la historia o que le cayera bien al resto de personajes. Odiaba cada vez que sonreía, que hablaba, cada vez que sencillamente se mencionaba su nombre. Por eso no acababa nunca el libro, le producía odio.
Porque sabía que eso sólo pasa en los libros y que la realidad no es tan bonita.
Quizá también por envidia.


(unknown)

No hay comentarios:

Publicar un comentario