4 de agosto de 2013

Oídos sordos para el mundo.

La música suena a lo lejos, en otra habitación y se apaga lentamente.


 El mundo también suena a lo lejos, pero es como si no existiera, allí dentro no suena nada del exterior.

Allí dentro suenan suspiros, pensamientos e ideas que danzan en el aire antes de desaparecer con la última nota de una canción; allí dentro suena ella.

Y qué triste es esa música.

Es como esa vieja canción encerrada en una cajita de música polvorienta, una melodía lenta con recuerdos de algo olvidado que suena cada vez que cierra la puerta y olvida que hay mundo más allá de sus cuatro paredes y la ventana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario